Charla con RUBEN ÖSTLUND sobre El triángulo de la tristeza

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El triángulo de la tristeza

Empecemos por el título: ¿a qué se refiere El triángulo de la tristeza?

Es un término que se utiliza en la industria de la belleza. Una amiga, en una fiesta, se sentó junto a un cirujano plástico, quien, tras echarle un vistazo a su cara, le dijo: “Tienes un triángulo de la tristeza bastante profundo… pero puedo arreglarlo con Botox en 15 minutos”. Se refería a las arrugas entre las cejas. En sueco se llama ‘arruga de las dificultades’ y sugiere que has tenido muchas complicaciones en tu vida. Me pareció que hacía cierta sugerencia a la obsesión que existe en la actualidad por la apariencia y que el bienestar interior es, en algunos aspectos, secundario”.

FORCE MAJEURE estaba ambientada en un centro de esquí, y THE SQUARE, en el mundo del arte contemporáneo. ¿Por qué decidió ambientar EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA en el mundo de la moda?

En 2018, cuando colaboré con mi amigo Per Andersson, investigué un poco sobre el mundo de la moda y desarrollé una pequeña línea de ropa para su marca de ropa masculina sueca Velour. También desarrollé una mirada interna y detallada de la industria a través de mi pareja, Sina, que es fotógrafa de moda. Cuando nos conocimos, me contó muchas cosas sobre las estrategias de marketing de las distintas marcas de moda y también sobre las condiciones de trabajo de los y las modelos. Por ejemplo, un modelo masculino suele ganar sólo un tercio de lo que gana una modelo femenina.

Pensé que sería interesante analizar estas diferencias a través de los personajes principales, un modelo masculino y una modelo femenina llamados Carl y Yaya. Cuando empecé a investigar para la película, numerosos modelos masculinos me contaron que a menudo tienen que lidiar con poderosos homosexuales de la industria que quieren acostarse con ellos, a veces con la promesa de una carrera más exitosa. En algunos aspectos, ser un modelo masculino refleja lo que las mujeres tienen que afrontar en una sociedad patriarcal.

¿Es decir que le interesa el modo en que la belleza tiene un valor económico, ya sea en el mundo de la moda o en el mundo “normal”? 

¡Sí! Esa era la idea inicial. La imagen es una de las cosas fundamentales con las que tenemos que convivir como seres humanos. La imagen influye en todas nuestras relaciones sociales. El hecho de que la imagen desempeñe un papel tan importante en la sociedad es algo así como una desigualdad universal, pero, por otro lado, se puede nacer guapo, vengas de donde vengas, y esa belleza puede servir para ascender en la escala socioeconómica en una sociedad clasista. Una de las bromas habituales de las modelos es que, una vez terminada su carrera profesional como modelo, éstas tienen la posibilidad de casarse con hombres ricos y convertirse en esposas trofeo, algo que no es posible para los modelos masculinos.

¿Utilizó una vez más la mirada sociológica como vía de acceso a una idea? 

Como en todas mis películas, mi punto de partida es observar el comportamiento humano. Muchas escenas de EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA guardan relación con un estudio sociológico o una anécdota que creo que pone de manifiesto algo desde el punto de vista del comportamiento.

Hay un estudio en particular que me pareció sumamente interesante: un grupo de científicos observaba a las cebras en la sabana africana e intentaban averiguar por qué su pelaje era blanco y negro si viven en la sabana. ¿No sería mejor que su pelaje fuera amarillo como la arena de la sabana? Estudiar cebras individualmente resultaba casi imposible, ya que desaparecían en la manada, por lo que rociaron un punto rojo sobre una cebra particular Si bien el punto rojo facilitó su seguimiento, la hizo sobresalir y casi inmediatamente fue capturada por los leones. Rápidamente, los científicos se dieron cuenta de que el patrón blanco y negro no consiste en esconderse en el entorno, sino en ocultarse en la manada. Los científicos establecieron paralelismos con nosotros, los humanos, y señalaron algo fascinante sobre la industria de la moda. Utilizamos nuestra ropa para intentar escondernos en el grupo social al que estamos vinculados. Nuestra ropa es nuestro camuflaje. Pensemos en lo que nos preocupa cuando vamos a una fiesta elegante: no queremos estar ni demasiado arreglados ni mal vestidos. Si nos equivocamos, nos sentimos expuestos. Desde un punto de vista económico, es lógico que las marcas de moda creen nuevas colecciones constantemente. Entonces tenemos que cambiar de ropa más a menudo y consumir más. No es casual que llamara ‘Burguesía discreta’ a la colección que creé para Velour. Una de las piezas era el “Esmoquin Lumière”, al que bauticé así en homenaje al cine en Cannes donde me concedieron la Palma de Oro por THE SQUARE en 2017. Puedes usar un esmoquin como una especie de camuflaje entre la clase media culta. Con el esmoquin Lumière, ¡puedes esconderte en el rebaño de Cannes con gran eficacia!

También aborda cuestiones de roles de género y expectativas de comportamiento, principalmente con Carl y Yaya cuando discuten sobre quién debe pagar la cena al principio de la película. 

La escena del restaurante está inspirada en mi propia experiencia con Sina. Casi al principio de nuestra relación, quise impresionarla y la invité a Cannes. Pagué la cuenta de la cena la primera, la segunda y la tercera noche y entonces pensé: “Diablos, tengo que coger el toro por los cuernos y hablar sobre esto. Me gusta demasiado como para meterme en el papel de hombre y mujer, en el que el hombre siempre paga la cuenta”. Lo que se ve en la película es lo que realmente pasó entre nosotros: la discusión que tuvo lugar en el ascensor de Martínez; ella metiéndome el billete de 50 euros en la camisa y yo volviéndome loco y gritando; yo sentado en una habitación solo, pensando: “Ahora arruiné esta relación” y luego la sincera discusión que tuvimos cuando ella por fin volvió. Por fin estábamos dispuestos a exponernos, a demostrar nuestra vulnerabilidad y a consolidar nuestra relación.

¿Qué querías mostrar poniendo a Carl y Yaya en un súper yate?

Sabía que quería que la última parte de la película transcurriera en una isla desierta, así que el yate era una forma de llegar hasta allí y llevar a algunos personajes interesantes: la pareja de modelos, algunos multimillonarios y una camarera. En la isla, cuando resulta que la camarera sabe pescar y prender fuego, la antigua jerarquía se pone patas para arriba.

Tengo entendido que su madre era comunista. ¿Qué tipo de valores le inculcó en sus años de formación? 

Sigue siendo comunista. Era maestra de primaria y pintora, y como tal, era una madre muy alentadora. Su método consistía básicamente en apoyarme y decirme: “¡Vaya, eso es genial!”. Sin importar lo que dibujara, era fantástico.

Creo que me ayudó a confiar en mí mismo a la hora de tomar decisiones artísticas. Crecí en una pequeña isla llamada Styrsö, en la costa oeste de Suecia, y no muchos en la isla tenían la misma ideología política de izquierda que mis padres. Mamá tenía libros de Marx y Lenin y, cuando venían amigos, yo daba vuelta los libros de Lenin para ocultar los lomos. Sabía que para los demás eran polémicos. 

En EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA, decidió que el capitán del barco fuera marxista… 

Yo diría que es un idealista, un alcohólico y un marxista. 

¿En ese orden? 

¡En el orden que quieras! Se me ocurrió la idea de que el capitán ofreciera la cena del capitán, una comida de siete platos, la misma noche en que se avecina una tormenta. Los pasajeros se marean y el capitán se emborracha tanto que empieza a leer El Manifiesto Comunista por el sistema de altoparlantes mientras los invitados vomitan. El capitán tenía que ser idealista, alcohólico y marxista para que eso fuera posible.

Las escenas en las que la mujer de Dimitriy y los demás vomitan abundantemente en alta mar es, supongo, una forma de vengarse de ellos por su obscena riqueza.

Sí, pero también quería que fuera el punto de inflexión; el público tiene que sentir que ya han sufrido bastante y querer que se salven.

¿Qué opina de los ultrarricos?

Me interesa el modo en que reaccionamos cuando nos malcrían. Por ejemplo, cuando vuelo en primera clase, me comporto de forma diferente a cuando vuelo en clase turista. Me siento y leo y bebo más despacio mientras observo a los pasajeros que se dirigen a la clase turista. Es casi imposible no verse afectado por los privilegios.

¿Quiere decir que es propio de la naturaleza humana que los superricos se comporten de forma privilegiada y mimada? 

Creo que la gente rica es agradable. Las personas exitosas suelen tener muchas habilidades sociales, de lo contrario no tendrían tanto éxito. Existe el mito de que la gente rica y con éxito es horrible, pero es reduccionista. Quería que la amorosa pareja de ancianos ingleses fueran los personajes más simpáticos de la película. Son amables y respetuosos con todo el mundo, pero resulta que su fortuna proviene de minas terrestres y granadas de mano. Probablemente sea una descripción exacta de cómo es el mundo real.

Sus películas están muy enraizadas en el cine europeo, pero EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA es su primera película en inglés. ¿Le resultó difícil el proceso? 

Sí, porque hay matices que desconozco de la lengua inglesa que sí conozco en sueco. Dicho esto, mis escenarios y temas son sencillos y tienen un carácter universal, por lo que a los actores les resulta fácil identificarse con ellos. Siempre trabajo de la misma manera: durante la selección del reparto y los ensayos, improviso las escenas con los actores; y después utilizo parte de ese material en el guión cuando considero que es mejor que el diálogo original. Si trabajo con actores angloparlantes, ellos pueden llenar mis lagunas y enriquecer el lenguaje, incorporarle matices, etcétera. Pero soy ambivalente a la hora de hacer películas en inglés, ya que soy crítico del dominio de la cultura anglosajona. Es absurda la influencia que tiene sobre Suecia y Escandinavia.

En realidad, ésta es una pregunta retórica, pero ¿puede el cine -y, de hecho, la cultura en general- cambiar a la sociedad? 

Por supuesto que sí. Sería algo estúpido aquél que pesara lo contrario. Uno de mis compañeros de la escuela de cine le preguntó a mi mentor, el productor sueco Kalle Boman, si el cine podía cambiar a la sociedad. Él respondió: “Todas las películas cambian a la sociedad”. Y, por supuesto, eso en sí mismo puede ser problemático. En Suecia han muerto muchos jóvenes en los llamados tiroteos entre pandillas, y en las páginas culturales hay un debate permanente sobre el grado de influencia del Gangsta Rap en nuestro comportamiento. Responder afirmativamente a esa pregunta no es lo mismo que estar a favor de la censura. Creemos en la libertad de expresión, pero también debemos ser conscientes de las consecuencias que puede tener esta expresión cultural.

Por último, ¿cree que FORCE MAJEURE, THE SQUARE y EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA conforman una trilogía interconectada que explora la masculinidad en los tiempos modernos? 

Sí, empecé a pensar en ello cuando escribía EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA. Todos los hombres de estas películas intentan descubrir quiénes se supone que deben ser y qué se espera de ellos. Se los pone en una trampa para ver cómo se comportan. Para mí, estas tres películas han supuesto una forma de plantearme un dilema, de acorralarme a mí mismo. ¿Qué haría yo si tuviera que enfrentarme a esto? Si la respuesta parece fácil, entonces ya no resulta tan interesante. Pero si es difícil, entonces me resulta interesante.

CHARLA CON HARRIS DICKINSON

¿Eras fan de las películas anteriores de Ruben Östlund? 

Sólo había visto FORCE MAJEURE. Luego cometí el error de ver todas sus películas antes de la audición para EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA, lo que me hizo desear aún más el trabajo. 

¿Leíste el guión antes de la audición? 

No, pero Ruben me contó la historia de la película y luego, en la audición, me pidió que improvisara la escena en la que Carl y Yaya cenan y discuten sobre la cuenta. Debo decir que Ruben interpretó a Yaya maravillosamente.

¿Qué opinas de la economía de la belleza como teoría clave que sustenta la película? 

Trata del poder que uno tiene en un mundo donde la belleza es valiosa. Al principio, Carl era un modelo que estaba perdiendo el pelo, pero cuando empezó el rodaje, Ruben abandonó esa idea. La dinámica entre Carl y Yaya sigue siendo extraña, ya que ella es una modelo hermosa, algo mayor, que está en ascenso, mientras que él va en descenso. Cuando terminan varados en la isla, él es capaz de utilizar su belleza como economía.

Cuando Carl conoce a Abigail, parece que tienen algún tipo de conexión más allá de lo transaccional. 

Es interesante; yo veía a Carl como un joven en busca de sentido en una relación que, por lo demás, carecía de sentido. Aunque Yaya le gusta mucho, Abigail es un ejemplo de fuerza y modernidad. Carl no está conforme con los roles de género tradicionales que definen su relación con Yaya y conoce esta faceta de proveedora empoderada en Abigail y eso le resulta realmente atractivo. Quería que la relación entre Carl y Abigail tuviera más matices que “Ah, se acuesta con ella para conseguir más pretzels”, aunque él no humillaría a su novia solo por unos pretzels extras. Y entonces, en un momento de debilidad, la relación de Carl y Abigail se convierte en algo más significativo.

Has modelado para revistas, pero no has sido modelo propiamente dicho. ¿Qué tipo de investigación has realizado sobre ese mundo?

Mi participación en ese mundo es muy pequeña, tengo algunos amigos que modelan y hablé con algunos fotógrafos de moda. En el mundo de la moda, hay muchos niveles diferentes, así que lo mío era intentar averiguar dónde se había posicionado Carl en la cima de su éxito y dónde se encontraba al principio de la película. Según su historia, era mecánico y fue descubierto por un cazatalentos. Yo tenía que situar la historia en ese contexto.

¿Hay alguna escena de la película que se le haya quedado grabada?

Me encantó la escena del capitán y Dimitriy. Ver a dos hombres borrachos divagando sobre su ideología política -comunista y capitalista, respectivamente- fue muy divertido. Se me viene a la cabeza constantemente. Por desgracia, no tuve la oportunidad de conocer a Woody Harrelson, pero me he propuesto conocerle en algún momento.

¿Hacia dónde o desde dónde corre en la escena final de la película? 

Siempre imaginé que corría hacia Abigail y Yaya, luego de haber intuido que algo malo estaba por suceder. Pero siempre cabe la posibilidad de que Carl esté siendo egoísta y huyendo de todo.

Ruben Östlund habla en general del modo en que entregas una parte de ti mismo en EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA y, en concreto, de lo que te cuesta interpretar los papeles que asumes porque te atreves a hacer el ridículo. ¿Te suena?

¡Lo acepto! Con mucho gusto lo pondré en mi currículum. El objetivo siempre es dejar de lado el ego en las interpretaciones, pero puede ser difícil. En el pasado me han ridiculizado por atreverme a hacer el ridículo, pero parte de ser artista es estar dispuesto a exponerse a ese tipo de reacciones. Así es como le gusta trabajar a Ruben: se interesa mucho por quiénes somos como personas cuando nos vemos en situaciones incómodas. Así que no tuve elección en esta película; tuve que exponerme. A veces te vas a casa sintiéndote un poco raro.

¿Qué aprendiste de Ruben Östlund como director? 

Ruben persiste en la búsqueda de la verdad y de una reacción genuina, y creo que eso me hizo hiperconsciente de cuándo no estaba prestando atención o del momento en el que no estaba presente, lo cual fue muy valioso.

CHARLA CON CHARLBI DEAN

¿Eras fan de las películas anteriores de Ruben Östlund? 

Sólo había visto una de las películas de Ruben antes de presentarme a la audición: elegí THE SQUARE al azar y la vi en el Angelika de Nueva York. Normalmente como pochoclos y chocolate en el cine, pero ni los toqué porque no quería perderme nada de una película tan única, intrigante y brillante. Al final, estaba tan animada que me sentía capaz de correr una maratón.

¿Cuál fue la respuesta inicial al guión de EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA? 

¿Guión? ¿Qué guión? El misterioso Ruben no nos dio nada de eso. Me habló un poco de la premisa, pero las cosas cambiaron y se desarrollaron hasta el final del rodaje. Ni siquiera sabíamos cómo iba a terminar. Está claro que Ruben dirige el espectáculo, pero también es increíblemente adaptable y cambia las cosas si considera que pueden resultar mejores o más interesantes. La primera vez que hablé con él sobre la película, sentí terror, pero al mismo tiempo es el tipo de proyecto en el que uno está ansioso por embarcarse.

¿Qué opinas de la economía de la belleza como teoría clave que sustenta la película? 

Creo que la belleza en la sociedad es definitivamente una moneda con un valor despreciativo y, por lo tanto, una maldición si se le asigna demasiado valor. 

¿La película proporciona una mirada del mundo de la moda? 

Sí, cien por ciento. Sina, la mujer de Ruben, quien me puso en contacto con él, es una brillante fotógrafa de moda y compartió su experiencia con él. No cabe duda de que está al tanto de los entresijos del mundo de la moda.

¿La película te hizo replantearte tu opinión sobre el mundo de la moda?

La verdad es que no estoy segura, pero sí tomé consciencia de lo que debe parecerle a alguien ajeno al ambiente. A veces estás tan envuelto en algo que no te das cuenta de lo absurdo que es hasta que lo miras desde una perspectiva en tercera persona. Fue divertido representar a “esa chica modelo”; tenía vía libre para ser extravagante y me encanta el hecho de que Yaya carezca de remordimiento.

¿Es posible comparar la actuación con el modelaje? 

No creo, además uno debe adaptarse a los viajes y a estar mucho tiempo en movimiento. Tal vez en el sentido del diálogo interno. En realidad, hay mucho de eso en el modelaje, y yo también prefiero ese tipo de actuación; el diálogo interno que los seres humanos siempre intentamos ocultar al mundo exterior.

¿Cómo crees que reaccionará el público frente a EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA? 

No tengo idea. Espero que la gente salga del cine con ganas de hablar y discutir sobre la película. Ésas son mis películas favoritas: las que me incitan a pensar, las que me enfurecen un poco, las que me hacen reír y llorar.

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